Experiencias personales de estudiantes de periodismo sobre su fotorreportaje con Sitting Volley Sevilla.

Agostina Taborda, Ana Falder y Gonzalo Moreno son estudiantes de la Facultad de Periodismo de la @unisevilla @FCom_US. Para su formación académica, acompañaron unos días a Sitting Volley Sevilla en sus entrenamientos. A continuación reproducimos sus impresiones sobre esta experiencia:

El sittingvolley, es una variante del voleibol adaptado que se juega por personas con discapacidad física, especialmente aquellos que tienen dificultades para moverse de pie, aunque también lo practican personas sin discapacidad. Recientemente, tuvimos la oportunidad de realizar un fotorreportaje sobre un grupo de personas con discapacidad física que practican voleibol sentado. Esta modalidad del voleibol, era algo que desconocíamos, no sabíamos que en Sevilla se llevaba a cabo este deporte; fue al contactar con Daniel, el entrenador, que nos comentó más sobre esta gran labor e iniciativa que lleva desarrollando desde hace ya bastantes años.

Desde el momento que llegamos al gimnasio, donde se llevaban a cabo los entrenamientos, fuimos recibidos con sonrisas y una energía contagiosa. Era evidente que el espíritu de equipo y la pasión por el deporte eran los pilares de este grupo. A medida que el fotorreportaje avanzaba, tuvimos la oportunidad de conocer a cada uno de los jugadores y escuchar sus historias.

Cada jugador tenía una historia única de superación personal. Conocimos a Mari Carmen de la Cerda Estévez (Mari). A pesar de las dificultades físicas que enfrentaba, Mari descubrió en el voleibol sentado una manera de desafiar sus límites y encontrar una nueva versión del deporte. Su determinación y dedicación eran verdaderamente inspiradoras.

También conocimos a Ángel Gil Fernández, un hombre de mediana edad, también periodista como nosotros, que había nacido con una discapacidad congénita en sus piernas. Durante muchos años, Ángel se había sentido limitado por su condición, pero el deporte le permitió liberarse de esas barreras y demostrar su talento.

Una de las cosas que más nos impactó fue la fuerza del equipo y el apoyo mutuo que se brindaban. A pesar de las diferencias en sus habilidades físicas, estos jugadores trabajaban juntos con un propósito común: jugar al voleibol al más alto nivel. Observar cómo se ayudaban entre sí, tanto dentro como fuera de la cancha, fue una experiencia conmovedora. En un mundo a menudo marcado por la competencia despiadada, ver la solidaridad y el compañerismo en este equipo fue un recordatorio de lo que realmente importa en la vida.

El sittingvolley, desafía los estereotipos y prejuicios arraigados en nuestra sociedad sobre la discapacidad física. A través de nuestro fotorreportaje, pudimos capturar momentos llenos de gracia y habilidad, demostrando que la discapacidad no es una barrera para el éxito en el deporte. Estos jugadores rompían los límites impuestos por la sociedad y mostraban al mundo que son capaces de lograr grandes cosas.

Nuestra experiencia documentando el sittingvolley y las historias de las personas involucradas nos enseñó lecciones valiosas. Aprendimos a no juzgar a las personas por su apariencia o sus limitaciones físicas, ya que su verdadero valor radica en su espíritu y su determinación. También aprendimos la importancia de la inclusión y la empatía, y cómo el deporte puede ser una herramienta poderosa para unir a las personas y derribar barreras.

El sittingvolley es mucho más que un deporte. Es una forma de vida, una fuente de inspiración y un medio para romper barreras. A través de nuestro fotorreportaje, tuvimos la suerte de ser testigos de la pasión y la dedicación de un grupo de personas con discapacidad física que encontraron en este deporte una manera de superarse a sí mismos y desafiar los estereotipos. Sus historias y su espíritu indomable nos recordaron que, con determinación y apoyo, no hay límites insuperables. El voleibol nos enseña que todos somos capaces de lograr grandes cosas, sin importar nuestras diferencias físicas.